martes, 27 de junio de 2017

Rey Arturo: La Leyenda de Excalibur (King Arthur, 2017) - *

Si yo tuviera una espada 



Creo que pocas películas me han enfadado tanto recientemente como la nueva versión del Rey Arturo titulada “Rey Arturo: La Leyenda de Excalibur” (“King Arthur: Legend of the Sword”, Guy Ritchie 2017) y lo ha hecho porque es un desastre pastoso y ruidoso que atrofia los sentidos y ataca la inteligencia. Durante la proyección pensé en abandonar la sala (cosa que nunca he hecho) porque el señor Guy Ritchie no sólo ha hecho su peor película (y este tipo hizo el engendro aquel de “Barridos por la Marea” con Madonna) sino que es una de las peores experiencias cinematográficas desde que M. Night Shyalaman conociese al hijo de Will Smith y decidiese que era buena idea hacer una película juntos.

Todo arranca con un prólogo en el que los magos y los humanos rompen su pacto de respetarse. No queda muy claro el por qué, pero supongo que es porque vieron la batalla de los elefantes de El Señor de los Anillos y quisieron recrearla porque todo el arranque es un plagio descaradísimo que Peter Jackson debería de denunciar, pero supongo que la cola de abogados para denunciar los plagios de esta cinta es tan larga que desistirán. O a lo mejor hace que tenga que Peter Jackson tenga que padecer el visionado de ésto y probablemente no tenga ni ganas.

El caso es que el tío de Arturo asalta el trono con ayuda de unos poderes mágicos oscuros y mata a los padres y reyes regentes justo después de que el bueno de Eric Bana lanza a su hijo, nuestro protagonista al río tipo Moisés. Ahí que vas, para los pobres. Arturo llega en su cestita a “Londinium” (ahorrad la carcajada) y es acogido por unas cuantas prostitutas en sus burdeles. 

Mientras tanto su tío el malo malísimo de la película llamado Vortigern (otra carcajada que ahorrar) y encarnado por un sobreactuadísimo Jude Law tiene que lanzar sacrificios en su particular lago a una bruja marina estilo Úrsula la bruja de mar que tiene sirenas entre sus tentáculos y que hace éstas se vayan intercambiando líneas de guión de una forma tan artificial del tipo tentáculo 1 “tienes que enviar más sacrificios” tentáculo 2 “es el precio a pagar” y así.

Si os parece que las “referencias creativas” (llamados aquí plagios descarados) son demasiado abundantes en los primeros quince minutos de cinta, esperad porque tendremos un monstruo tipo Balrog de ESDLA, una serpiente gigante al estilo Harry Potter y una escena con algo parecido a ratas gigantes de la princesa prometida. Por haber, hay hasta el desmembramiento de una oreja al estilo Reservoir Dogs y una batalla final que me recordó a Aladdin. Todo en esta película se ha hecho antes y mucho mejor, por lo que te quedas mucho rato pensando “¿Por qué estoy perdiendo el tiempo viendo “esto” cuando puedo estar viendo las originales y disfrutarlas?”

Después de lo que os he contado llega la famosa espada de Excalibur que reaparece clavada en la piedra sin que nadie la pueda arrancar. Jude Law con mala digestión hace que todos los hombres de una cierta edad traten de arrancarla para localizar quién es el heredero del trono. Ese es por supuesto Arturo que ha sido criado en los burdeles de Londinium (seguid aguantando la carcajada) y que se ha convertido con los años en el macizo de Charlie Hunnam que actúa de pandillero forzado por las circunstancias que nos enseñan en un montaje rápido de los que Guy Ritchie tiene que meter en todas y cada una de sus cintas sin importar lo metido a calzador que resulte, porque es Guy Ritchie y su estilo tiene que estar siempre por encima de su sustancia.

El turno de Arturo llega y logicamente arranca Excalibur, aunque el poder de este hace que se desmaye. Ojo al cameo incluso con línea de guión recitada como el que lee la lista de la compra por parte de David Beckham que se conoce que todavía guardaba su disfraz desde el anuncio de Pepsi y dijo “eh, puedo hacer de extra gratis, que ya tengo medio camino hecho”. La aparición de  Beckham hizo que en mi cine todas las carcajadas sostenidas saltasen al unísono.

Apartir de ahí toda la trama es un corre-pilla  tedioso de rebeldes buenos contra los malos malísimos del imperio mientras Arturo y sus coleguillas tratan de tiran del trono a Vortigern antes de que construya una torre mágica tan alta tan alta que le convertiría en invencible. 

Sí. No tiene sentido. No eres el único.

Charlie Hunnam sigue mostrando aquí sus carencias como actor capaz de ser una estrella de cine (y ya van unas cuantas películas), Jude Law está simplemente en el peor papel de su carrera, Eric Bana a penas aparece aparte de un momento muy “Rey León” y el resto de la pandilla está capitaneada por una seguidora de Merlín (el mago no aparece, supongo que leyó el guión y salió corriendo) interpretada or la española Astrid Bergès-Frisbey, y Djimon Honsou y Aiden Gillen )el hombre que le comió el culo a Charlie Hunnam en Queer as Folk) y con unas presencias y bromas tan puntuales que te recuerdan que mejor te quedes en casa revisitando capítulos de Juego de Tronos (a la que hay referencias, por supuesto)

¿Y Lancelot, Ginebra y el resto?
Pues no aparece porque la idea fue concebida como la primera de la sexalogía (!) y que tras el fracasazo en todo el mundo parece impensable que sea concebida como tal.

En resumen, esta revisitación del mito del Rey Arturo es una patosa mezcla de un barullo de ideas dónde ninguna es buena. No tiene ni una mínima pizca de coherencia o narrativa y está llena de escenas de acción sin inspiración y demasiado ordenador que incluso canta por todos lados. Todo ello sobrecargado de manera molesta, gris y fea por el estilo de Guy Ritchie que sobrepasa cualquier atisbo de sustancia y lo adorna con una molesta y ruidosa banda sonora. Rey Arturo: La leyenda de Excalibur es simplemente una cargante y repulsiva abominación cultural.

Valoración: 0/10

Lo mejor: Es tan mala que no habrá secuelas

Lo peor: Hace que odie a cualquier persona que diga que está bien



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