Se ha hablado mucho de esta película mucho antes de su estreno, se ha bautizado su proyección como “el acontecimiento del año”, ese algo que debes ver. He leído que iba a ser (una vez más y van 10 años leyendo lo mismo) el resurgimiento del musical. Todo esto se le llama el “hype”, esas ganas, esos reportajes continuos, esa presencia por todos lados y esa campaña de marketing que ha provocado que la gente acuda a las salas esperando algo más que una película.
Y eso nunca funciona.
A los 15 minutos de proyección me he tenido que cambiar de asiento porque
el señor de detrás no paraba de decir una y otra vez “que pesadez, otra vez a
cantar”.
Antes de todo engaño: sí, cantan. Pero es que ¡es un musical! La gente se
deja arrastra a las salas para ver la película de la que todos hablan sin saber
lo que van a ver (¿os acordáis de las deserciones en manada de El árbol de la
vida?). Pues algo así va a suceder con Los Miserables (Les Miserables, 2012) un
film con una gran propuesta narrativa, unas interpretaciones desgarradoras y
una cuidadísima puesta en escena pero que por su género y por su riesgo en la
dirección va a crear grandísimas controversias, sobre todo para los no duchos
en paciencia.
Y es que en la última época del musical, todo lo que nos ha llegado han
sido cintas con episodios musicales, no me lapidéis, amo el musical pero la
gente se ha hecho a ver Chicago, Mamma Mia, Hairspray o Nine, cintas más o
menos discutibles pero que tienen un argumento y dentro de ellas escenas
musicales, como si den un videoclip o una actuación se tratara.
Los Miserables es diferente, es una película con escasísimo diálogo, frases
sueltas que unen canción con canción, los personajes no hablan, cantan continuamente
y muchas veces a duras penas se aprecia el paso de una canción a otra puesto
que toda la cinta es como una partitura constante. No quiero decantarme a favor
de una u otra propuesta de cine musical, creo que cada manera funciona mejor en
una u otra, pero sí que es digno de advertir a espectadores perezosos y para
aquellos que odien leer subtítulos. La cinta es prácticamente en un 90% en
versión original (¡a Dios gracias!) y han doblado frases sueltas (que dan un
contraste brutal con las voces originales, es un desastre ese aspecto, pero
esto es España…).
Con esto sabido os invito a ver Los Miserables y hacer una valoración
crítica, porque criticar que cantan todo el rato o que hay que leer (que muchos
lo dirán) no es una valoración crítica, es una observación. Y si mucha gente
supiera eso se alejaría de la sala y dejaría al resto disfrutar de las virtudes
(que las hay) o tirarse de los pelos con los defectos (que también hay alguno)
de la película.
El argumento gira en torno a un preso que se gana su libertad pero decide
saltarse la libertad condicional para reinventarse y empezar desde cero
evitando llevar la letra escarlata de haber sido un preso. Por el camino
ayudará a una mujer obligada a la prostitución para ayudar a su hija que él
decidirá adoptar como suya para expiarse de sus culpas. Siempre acosado por un
policía que quiere devolverle a la justicia y con una revolución en las calles
por parte de los más necesitados como telón de fondo su hija se enamorará y
tendremos un poco de todo: amor, traición, honor, religión, fé, batallas…
Una de esas grandes historias con mayúsculas.